Y así como si nada, agosto
esta a punto de terminar. Sin darme cuenta, Valentina ha cumplido 7 meses. Ahora
entiendo aquella frase que escuché una vez de una madre que decía; "los
días pasan lentos pero los años rápido..."
No lo entendí. Como muchísimas
cosas que antes de ser madre no entendía, y que he tenido que vivir en mis
propias carnes para saber a qué se referían aquellas madres que, a veces, en mi
cabeza tachaba de exageradas.
Sí, algunos días pasan lentos,
sobre todo las noches, para que engañarnos. La capacidad y el placer de dormir
no ha sido una de las cosas que Valentina ha heredado de nosotros, pero aún
así, y aunque haya habido noches realmente duras, la amamos tal y como es. No
podría (ni queremos) que fuese de otra manera.
Este verano ha sido el verano
de las primeras veces. La primera vez que Valentina vio el mar, sus ojos se
abrieron más incluso. Sus facciones hablaban por si solas: quería tocar, quería
sentir, quería meterse dentro del mar.
Ha sido un verano
"casero", de planes a última hora, de largos paseos, de muchos
helados. De coger poco el coche y de mimarnos mucho.
Ha sido un verano lento, de pocos planes, de muchas
siestas. Ha sido un verano de sacarnos el reloj, de no mirar las horas. Ha sido
un verano de dejarnos llevar, de escuchar nuestros cuerpos, y sobre todo el de
nuestra pequeña y adaptarnos a sus necesidades más auténticas. Ha sido un
verano de respetarnos y de darnos aquello que realmente necesitamos.
Ha sido un verano donde hemos
encontrado nuestra tribu, y no hablo sólo por mi, que gracias a los grupos de
lactancia y las mil actividades del barrio he conocido a muchas mamis.
Hablo de nuestra familia. Los tres hemos encontrado a nuestra tribu. A familias, a amigos, con los que compartimos los mismos valores, la misma crianza, los mismos tempos, con los que compartimos mucho más que helados, paseos, playas o cenas de sushi en casa.
Hablo de nuestra familia. Los tres hemos encontrado a nuestra tribu. A familias, a amigos, con los que compartimos los mismos valores, la misma crianza, los mismos tempos, con los que compartimos mucho más que helados, paseos, playas o cenas de sushi en casa.
La maternidad (y paternidad)
es un aprendizaje infinito dice La Tribu
de Mami, y no puede tener más razón.
Cada día aprendo cosas nuevas,
de Valentina y de mi. La maternidad me ha forzado a un viaje de conocimiento de
mi misma que nunca me hubiera imaginado.
Y no lo digo sólo por la
paciencia, el sobre vivir con tan pocas horas de sueño o por la cantidad de
responsabilidad que conlleva tener un bebé. Nunca me hubiera imaginado que se
pudiera amar tanto. Y lo más increíble aún, imaginar que ese amor crece cada
día aún más.
Hoy quiero a Valentina más que
cuando nació, y aunque ahora me parezca imposible estoy segura que todavía me
queda muchísimo amor por descubrir.
Y es que no hay nada mejor que
este mundo que AMAR, amar sin medida, amar con locura, amar en
mayúsculas.
Porque no hay nada, absolutamente nada malo que pueda
salir de amar sin medida.
Cochecito: Stokke xplory
Kit de verano azul de Stokke
Camiseta AMAR de La
tribu de mami
Precioso post! Yo me siento igual desde que llegaron Telma y Jon! :)
ResponderEliminarPrecioso post! Cuando estaba esperando mi segundo hijo por mucho que pensaba que lo querría como al primero, no sentía que pudiera amar tanto y sí como dices siempre podemos querer más (y a más personas) y nada malo puede tener amar
ResponderEliminarPrecioso post! Cuando estaba esperando mi segundo hijo por mucho que pensaba que lo querría como al primero, no sentía que pudiera amar tanto y sí como dices siempre podemos querer más (y a más personas) y nada malo puede tener amar
ResponderEliminarQue bonitas palabras. Te descubri hace poco y me encantas!
ResponderEliminarQue bonitas palabras. Te descubri hace poco y me encantas!
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