miércoles, 16 de marzo de 2016

El puerperio: un mundo de emociones ambiguas

Bueno, aquí va EL post, y lo escribo en mayúsculas por varios motivos: primero, porque ha sido el momento en mayúsculas de mi vida, sin duda alguna. Y segundo porqué creo que es necesario empezar a hablar en voz alta de estos temas!
Y sólo me faltó que me lo pidieras así que aquí estoy. 


Antes de nada deciros que este post he tardado muchísimo en escribirlo. Primero empecé con algunas notas en el móvil, después un borrador... Lo he escrito en varios días para no dejar que la situación del momento hiciera que fuera demasiado positivo y poco realista, o demasiado deprimente y poco realista igual! Lo que os digo, que hay veces que las hormonas se hacen dueñas de mi día!

¿Por dónde empezar? Pues por el principio, cuando te ponen a tu hija encima. Antes de nada decir que yo creo que fui una happyflower. Tuve un embarazo genial, un parto estupendo, me encontré maravillosamente bien siempre, hasta el momento en que Valentina decidió salir (salir y todo lo demás, porque si una cosa me ha enseñado YA la maternidad es que ella decide todo: des de el momento en que mi pareja y yo decidimos que queríamos ser padres: ella decidió qué mes llegar, cuando nacer, cuándo dormir, cúando comer...ahora además decide cuando lo hacemos ella y nosotros! bueno, no me quiero ir por las ramas que esto da para otro post). 


Pues bien, durante tooooodo el embarazo el 99% de tus pensamientos están relacionados con todas las cosas que harás con tu bebé, todas preciosas. Que si cuando estemos los tres juntitos en la cama, cuando le esté alimentando con mi pecho tranquilamente en el sofá, cuando le pongamos esa ropita que le hemos comprado, cuando la llevemos por primera vez al pueblo... Alguna vez, rara, te imaginas como serán las noches en vela, que no se coja al pecho, el dolor inhumano de las grietas en el pezón... Te lo imaginas poco, para que engañarnos. Pero es que no es solo esto. Hay mucho más. 

Lo fuerte es que de esto no habla nadie, o casi nadie. A mi me lo dijo mi comadrona, me puso en alerta, pero aún así pensé: "qué exagerada, seguro que no es para tanto..." Jajajaja! es para tanto y más. Yo supongo que debe de ser un mecanismo de defensa para que no nos extingamos, igual que la pérdida de memoria de los primeros meses, sino, ¿quién demonios repetiría?
Bueno claro! Hay algunas afortunadas (un 2% de la población - me invento los porcentajes completamente); que tienen la GRAN suerte de tener niñ@s tranquilos, que se quedan tranquilitos en su cuco, que se agarran súper bien al pecho y no duele para nada y que duermen del tirón 7 horas seguidas. Bien, yo creo que mienten. Es imposible, aquí hay un dicho que dice: "quien no tiene un ajo tiene una cebolla" Y yo creo que la mía tenía de todo y cargadita. 


Una gran amiga mía y super mami, me pasó un POST de una blogger que me dejó completamente en shock. Aquello que leía, aquella chica... era YO!! me sentía súper identificada y pensé: ¿porqué no habré leído esto yo antes? Así que lo comparto con vosotras, embarazadas o futuras embarazadas para que no os pasé lo que a mí. Leedlo! Está en catalán, pero seguro que con Google lo podéis traducir sin problemas, creedme, vale la pena:


Yo me quedó con este párrafo:

" Porque nadie te explica que los bebés quieren contacto permanente, que entre toma y toma quieren dormir, pero encima tuyo, no en ese cuco tan bonito que tienes en el comedor y que seguramente se quedará nuevo a estrenar. Nadie te explica que irás con las camisetas llenas de leche cuajada, que no tendrás tiempo de peinarte, que mientras te duches escucharás llorar a tu hijo i pararás el agua pero no sentirás nada... que nadie te llamará para quedar y hacer un café, que las horas pasaran lentas, entre cambios de pañal y vomitadas, que las noches pasaran de hora en hora, intermitentes... [...] y no podrás salir, y la casa se te hará pequeña i tu también te sentirás pequeña... que nadie te explica que las ganas de sexo no vuelven al cabo de 40 días, ni de 90 ni de 120..."


Pero para mi, lo más duro, más duro no fueron los males físicos, ya que yo me recuperé súper bien del parto, sin puntos ni nada. Tampoco fue la falta de sueño o el dolor de espalda de estar de pie con la niña en brazos, o la mala postura que se te quedaba cuando por fin la niña se había dormido...
Para mi lo más duro fue el estado emocional. Al parir, me quedé como flotando y rebotando entre miles de emociones que no sabía gestionar. Me sentía como una pelota de esas maquinas que van rebotando de un sitio para otro y no saben dónde cogerse o dónde refugiarse. 
Me aparecieron muchísimos miedos e inseguridades que no me creía que fuera a tener. Por todo, miedos irracionales, por si vomitaba, por si no se dormía, por si no se despertaba, por si se despertaba, por si tenía hambre y se me acababa la leche, por si llegaba la noche y pasaban las horas y no se calmaba, por si se ponía enferma. Tenía miedo de salir a la calle por si se despertaba, por si le entraba el hambre... Vamos que nuestros primeros días los paseos los dábamos en un radio de 300 metros no fuera a despertarse la niña y tuviéramos que correr para casa a consolarla.

Tenía miedo de cómo iba a cambiar mi vida. De un día para otro se había convertido en un bucle de dar el pecho, cambiarla y dormirla, y muchas veces se solapaban una cosa con la otra. Tenía miedo de no saber gestionar este cambio, de no saber hasta cuándo dudaría, y lo peor, no estas disfrutando plenamente de ello me hacia sentir muy mal, muy mala madre... Porque éste es otro de los grandes tabús de nuestra sociedad, porque se supone que después de parir tienes que estar como la chica del anuncio de dodot o de la leche preparada, estupenda, peinada y maquillada, con el tipazo recuperado, sonriendo con tu bebé tranquilo y calmado en brazos, pero es que la realidad después de parir no es esta amigas!

Tenía miedo de cómo iba a cambiar nuestra relación como pareja. De un día para otro habíamos pasado de estar siempre juntos, abrazados, tumbados en el sofá, yendo a la compra juntos, cocinando, hablando, riéndonos, viendo pelis, buscando mil planes; a estar juntos en una misma habitación pero centrados en algo que desconocíamos por completo, saturados, mirándonos con una cara de: "¿qué hacemos? ¿sabremos hacerlo?" ¿Aguantará este cambio, este cataclismo, nuestra relación? ¿Conseguiremos recolocar las piezas para encontrar nuestros momentos y aceptar que ahora nuestra relación a cambiado? ¿Tendremos suficiente con esto?


Nunca en mi vida había escuchado una frase que ahora, todas las mamis me repiten "tranquila, todo pasa". Y es verdad, todo pasa. Después de casi dos meses miro atrás y veo que hemos pasado por ello, que lo hemos superado, que se han ido los miedos irracionales, que poco a poco todas las piezas se van poniendo en un nuevo lugar, que todos nos vamos recolocando en esta nueva situación, pero en la maternidad todo va muy lento. 

Agradezco muchísimo el apoyo que he recibido por parte de las mamis 2.0 en Instagram, nunca me hubiera imaginado que esto me daría energías. Levantarme después de una noche horrible y tener un mensaje que ponga:" ánimo mami, lo estás haciendo genial!" "la mastitis duele un montón, tranquila en dos días se supera" "es normal que te sientas así, a mi también me pasaba"


Creo que hace falta más tribu, más que las madres nos apoyemos las unas a las otras, que hablemos, que no tengamos miedo de decir lo que realmente pensamos. Claro que estamos contentas, felices y emocionadas con nuestro bebé, pero joder, es que hay momentos muy duros! Y necesitamos hablarlo!  Hablarlo sin sentirnos juzgadas! Por que si una cosa tiene la maternidad es que te sientes muy sola; y si además te pasa como a mi de que tienes la suerte/desgracia de tener una madre joven, que trabaja y no puede ayudarte, habrá días que comerás galletas para comer, que estarás deseando que llegue tu marido para poder hacer el pís el día, que no podrás tomarte el antibiótico para la mastitis porque por fin tu hija se ha dormido pero encima tuyo... Y en esos momentos agradecerás las visitas, pero esas que vienen a ayudar, a poner lavadoras, que vienen con un tupper en la mano y no con bombones, que te dicen: dame a la niña y date una ducha, y no.. dame a la niña así tu puedes recoger, que te pasan la escoba o te preparan un café. Yo ahora lo sé, antes no, porque nadie me lo había dicho, así que madres del mundo HABLAD! Contad la verdad y las que todavía no sois mamás pero tenéis amigas con bebés ya sabéis qué hacer cuándo vayáis a verlas!

Y hoy también quería explicaros la última aventura a la que me he sumado en Instagram, junto con tres súper mamis: @sandraholmes, @decolorvintage y @proyectohelade. Juntas hemos creado la cuenta de @deliriosdemamapanda! Todo esto surge a raíz de nuestras fotos mañaneras explicando nuestras noches toledanas y nuestras ojeras al más puro estilo de mama panda. Queremos hacer tribu y escuchatrnos, no sentirnos solas y sacar el toque de humor a esta maternidad que a veces nos agota.
Así es que os animamos a seguirnos, a formar parte de la manada de las #mamapanda y a compatir vuestras fotos e historias siguiendo los retos que cada mes os propondremos!

Bien me he alargado mucho más de lo que me hubiera gustado, así que me despido por hoy, no sin antes dejaros con una reflexión que me hizo una gran amiga, mami y comadrona.

" La vida es como una autopista. Algunos conducen un ferrari y otros un citroen, pero todos vamos más a o menos a la misma velocidad. Pero cuando tienes un hijo, tu coche se convierte en una carreta tirada por burros; y sigues en esa autopista, pero en el arcén, despacito, en tu carretilla, viendo al resto de la gente pasar. Hay que disfrutar de este cambio, ser consciente de ello y amarlo, sabiendo que un día volveremos a estar dentro del coche y regresaremos a la autopista". 

Muchas gracias por leerme! Espero que os haya gustado! Y si algún día nos cruzamos por la autopista de la vida y me veis con mi carretilla y mi pequeña no os olvidéis de tirarnos un tupper!! Lo de la comida lo llevamos fatal! Un beso!


Image and video hosting by TinyPic

miércoles, 9 de marzo de 2016

Reportaje New Born en Tucutún "sientes el corazón?"

Buenas noches y feliz miércoles!! ¿Cómo lleváis la semana? 

Ya sabéis que me gusta compartir con vosotros todo lo que encuentro, ya sea tiendas bonitas, sitios con encanto o personas que desprenden arte y que hacen que te enamores de su trabajo nada más verlo. Este es el caso de Gemma, la artista que está detrás de la cámara de Tucutún.

Conocí el trabajo de Gemma a través de un WorkShop que organizó en La Garriga de Castelladral (¿dónde si no?) y me quedé tan enamorada de su trabajo que no dudé en ponerme en contacto con ella cuando nació Valentina. Además, por aquellas casualidades de la vida, su estudio está súper cerca de casa así que estábamos predestinadas a conocernos.

Cuando llegamos, tanto el amore como yo ya nos enamoramos del espacio: un ático con una luz y unas vistas estupendas. Además Gemma nos facilitó una sala para nosotros, dónde teníamos de todo: cambiador, comida, música relajante... Así que estuvimos allí hasta que la peque estuvo calmadita y dormida. Os he de confesar que yo no las tenía todas... Valentina no es que tenga el sueño muy profundo, pero fue entrar en el estudio de Gemma y quedarse roque: así que en seguida empezamos con el reportaje.

Nos quedamos impresionados con la delicadeza y el cuidado que tiene Gemma para trabajar, para mover y colocar de manera súper natural al bebé y conseguir el efecto de placidez y calma que transmiten sus fotos.

Otro de los motivos por los que escogimos a Gemma y nos enamoró su trabajo, fue su filosofía de trabajo: capturar los momentos más delicados y bonitos, los pequeños detalles, saber observar la belleza del momento... Y todo des de un punto de vista muy natural. Todo el atrezzo o las decoraciones que utiliza para sus fotos, están hechos de materiales naturales, hechos a mano y 100% exclusivos para Tucutún. En su web pudimos ver su predilección por el mundo natural y nos vimos totalmente identificados.

Nos estuvimos toda la mañana con ella, no sabría deciros cuántas horas porque perdimos la noción del tiempo, estábamos tan a gusto. Nunca habíamos visto a nuestra peque tan relajada. La verdad es que hacer un reportaje así fue todo un acierto. Tener un recuerdo de esos primeros días, ya que este tipo de reportajes se hacen cuando el bebé tiene entre 5 y 10 días. Ahora miramos las fotos y alucinamos en cómo de cambiada está cuando sólo han pasado semanas! El dilema viene ahora para escoger qué fotos y qué formato decoraremos nuestra casa.
Gemma te ofrece un montón de posibilidades, desde lienzos, álbums personalizados, una impresión en una rodaja de tronco de árbol...

En fin, no me enrollo más! Os dejo con una selección de todas las fotos que nos hizo. Espero que os gusten! 







No os perdáis todo el trabajo de Gemma en su web www.tucutun.cat
También podéis seguirla a través de su Facebook & Instagram

Muchas gracias por estar ahí, nos vemos la semana que viene! Un beso!
Image and video hosting by TinyPic

miércoles, 2 de marzo de 2016

El parto: un puente hacia mi nueva vida

Feliz Miércoles!! ¿Cómo va el ecuador de la semana?


Aquí tenéis el segundo post de esta serie de publicaciones más personales en las que quería (necesitaba) escribir acerca de la maternidad. 



Pues bien, después de la preciosa y tranquila etapa del embarazo ( bueno, tranquila en mi caso, sé de amigas que no han parado de vomitar y de marearse durante los 9 meses y no ha sido una etapa tranquila y maravillosa...), pero si sois afortunadas como yo, llegaréis al parto tranquilas, fuertes y con ganas. 



Yo me preparé a conciencia, leí muchísimo, visité millones de blogs, centros de preparación al parto, talleres para esperar a un bebé... Incluso me hice mi rutinas matutinas de ejercicios, yoga y audioguías. Todo esto me ayudó a ser muy consciente de mi pequeña, de mi cuerpo, visualizar el canal de parto y ser consciente de lo que sería EL GRAN DÍA. 



Pero... por mucho que te prepares, ese día FLIPAS! Primero que no te lo crees, os explico. Yo estaba en mi semana 38, súper vital, súper enérgica, con 0 contracciones, y organizando desayunos bonitos en mi casa. El día que cumplía 38+1 tenía revisión de ginecóloga y me suelta la bomba: que la niña ha crecido un montón, que pesa 3.500 y que estoy verde verde como las peritas de San Juan, y que si la cosa sigue así nos iremos a una inducción!



Llegué a casa rota, pensando que llegaría a la semana 42 y me lo tendrían que provocar, con parto instrumentalizado o cesárea... con todo lo que yo había trabajado para tener un parto natural! Bueno.. rompí a llorar desmoralizada. El amore que en estos momentos renace como ave fénix me calmó y me dijo, "venga va, vamos a dormir que te irá bien y yo mañana madrugo..." JA!! 
Al cabo de una hora me desperté de golpe, "¡un retortijón!" fui al lavabo y nada... me dormí al segundo. A los 5 minutos, otro! "ostras, pensé...a lo mejor me ha sentado mal algo" Me quedé mirando el móbil (si, lo confieso, Instagram!) y a los 5 minutos...Pam! otro! "Esto no es un retortijón, es una contracción!" Pensé que al fin me habían llegado, q tendría algunas y la cosa pararía, sólo estaba de 38+1. Pero no. No pararon, es más continuaron como un reloj cada 5 minutos. Después de 1 hora así, desperté al amore. "que...hace una hora que tengo contracciones..." Se echo a reir! "venga, va!" y yo... "que sí, que sí". 
Medio emocionados, dormidos, nerviosos, empezamos a hablar y a afrontar cada una de las contracciones que me venían. Eran muy flojas aunque yo en ese momento no lo sintiera así. Y así pasamos tooooda la noche. 



Por la mañana, sobre las 8 llamé a mi comadrona. "vale, estás de parto, vente para el hospital y te miramos". Yo estaba emocionadísima, y diciéndole al amore, "llevo 10 horas de contracciones, ya verás, estaré súper dilatada y este mediodía la peque ya estará aquí" jajajajajajajaa me río solo de acordarlo, ilusa...

Llegué, me miraron, estaba mi comadrona y mi ginecóloga (¡Risas! "mira que ayer por la tarde estabas verde y hoy estás aquí!) total, me hacen un tacto y estoy de 1 cm UN CENTÍMETRO!!!!! 10 HORAS Y SÓLO UN CENTÍMETRO!!! me da algo, pensé. Me dijeron que evidentemente el trabajo de parto había empezado y que podía hacerlo en el hospital o en casa, que todo dependería de lo rápido que yo dilatara. No lo dudé y nos volvimos a casa. Ahí empezamos a hacer todo lo que nos habían enseñado: bañeras de agua caliente, ejercicios con la pelota, masajes, estiramientos con las cuerdas, paseos por el barrio...
Iban pasando las horas y las contracciones cada  vez eran más fuertes, estaba a punto de tirar la toalla, entré en un bucle de negatividad: "no voy a poder, no quiero, me duele, tengo MIEDO!" Eran las 4 de la tarde cuando apareció nuestra comadrona y nos dio el soplo de energía que necesitábamos. Nos enseñó nuevas posturas para hacer frente con las contracciones, me hizo masajes y entre los dos me ayudaron muchísimo, sobre todo a nivel psicológico para seguir trabajando en mi dilatación. 

En este punto quiero recalcar un hecho, es un grito (no sé hacia dónde ni hacia quién) pero un grito para que empiecen a cambiar un poco las cosas en este país. Nosotros tuvimos la suerte de estar acompañados con una calidad altísima porque nuestra comadrona era nuestra amiga, pero pienso que esto debería de estar al alcance de todos. Que toda mujer embarazada pudiera trabajar el parto en su casa acompañada de personas cualificadas, expertas y preparadas para ello, porque señoras no es lo mismo estas 20 horas dilatando en tu casa que en un hospital! Más que nada porque en un hospital serían 40 o acabarían en una inducción. 

Bien continúo, a las 8 de la tarde llegué a mi tope máximo, a mi umbral de dolor, ya no podía más. Estaba cansada, molida por todas partes, ya no me calmaba ninguna postura así que fue el momento de irnos al hospital. Mochilas, abrigos, taxi y para allí que nos plantamos. En 4 horas nacía Valentina, de las manos de una amiga maravillosa mi ginecóloga de confianza y  acompañada por el hombre más maravilloso del mundo. Durante esas 4 horas que se me hicieron cortísimas estuvimos hablando, charlando en confianza, y yo estaba tranquila. Tranquila porque estaba rodeada de personas conocidas, cálidas, que me entendían, que sabían el parto que quería y que me respetaban. 
Al final, no aguanté el dolor y pedí que me administraran epidural, la suficiente como para notar todo el expulsivo, para empujar, para notar como mi pequeña salía de dentro de mi y nos mirábamos por primera vez a los ojos. 
Soy incapaz de escribir esto sin que se me caigan las lágrimas por las mejillas, fue sencillamente precioso. Nos miramos a los ojos por primera vez y aunque pensaba que en ese momento estaría llorando a borbotones, no se me cayó ni una lágrima, estaba en shock total.

Ya está.
Mi vida había cambiando por completo.
Ya no sería nunca más la de antes.
Tenía encima de mí a mi hija, y de la mano al amor de mi vida. 

Lo que vino después bien merece otro post y de los largos. Solo os avanzo dos cosas: Valentina nació llorando y buscando cual posesa un pezón donde succionar, y así continúa. 
El puerperio es todo un mundo, para mi desconocido y que me pilló en "bolingas", así que amigas para que no os pasé lo mismo, no os perdáis el próximo capítulo! ;)

No quiero acabar el post de hoy sin dar las gracias a las 4 personas que me acompañaron en MI día, mi ginecóloga Laura por acompañarme durante todos los meses de embarazo, por hacernos sentir que éramos sus únicos pacientes; a Marta, mi amiga y comadrona que nos acompañó incluso antes de que llegaran las 2 rallitas rosas en el predictor, y que ha sido nuestro gran pilar emocional de esta etapa, a mi amore por estar siempre, siempre a mi lado y haciéndome vibrar en cada paso que damos juntos, y a ti hija mía, por ser tan valiente, por tener tanta fuerza y por esas ansias de vivir que hicieron que llegarás a nuestras vidas dos semanas antes. 

GRACIAS!



Image and video hosting by TinyPic